Edison & Belem

Bajo un sol que parecía empeñado en recordarnos que la vida arde —y sí, hacía un calor de esos que derriten el maquillaje y las preocupaciones— todos los que les quieren construían, entre palabras y aplausos, una atmósfera sencillamente brutal.

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Desde el primer abrazo hasta el último brindis, se sentía que el mundo entero quería decirles algo bonito: que el amor existe, que la ternura suma y que la gente buena atrae a gente buena. Y eso habla más de ellos que cualquier discurso: solo los corazones grandes generan esa corriente de energía capaz de arrasar con el bochorno y convertirlo en pura luz.

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Nosotros, que tuvimos el privilegio de contar la historia tras las cámaras, estuvimos muy cerquita de su complicidad, de los guiños tímidos, de los chistes en voz baja para calmar nervios. Gracias por confiarnos cada mirada y cada lágrima; gracias por tratarnos como a uno más de la familia y permitirnos formar parte —aunque fuese con un granito de arena— de esta historia.

Que vuestra vida siga teniendo la misma mezcla perfecta de coraje y alegría que inundó vuestro día.

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